
Hoy desperté y me di cuenta que era el día. Ese día que no quería que llegara, pero que en algún momento tenía que hacerlo. Mis manos me tiemblan, a mis piernas les cuesta trabajo cargar con mi peso, pues tiemblan del miedo a la incertidumbre, del miedo a lo desconocido.
Hay días que simplemente te gustaría posponer o simplemente pasar de lado sin prestarles tanta atención y aunque en este momento lo que más me gustaría es tratar de evitarlo, no es posible. El día ha llegado, el día en que todo tiene que volver a ser como antes, el día que nos dejamos el uno al otro para volver a caminar solos por esa vereda.
Y es que seamos honestos, a quién le gusta despedirse, a quién le gusta decirle adiós a lo que en un momento lo hizo la persona más feliz de este mundo.
El día ha llegado, estamos parados en el punto sin retorno, en donde nos toca dejar atrás el nosotros, para convertirnos de nueva cuenta, en sólo yo.
Comenzaremos a ver pasar frente a nosotros todos nuestros momentos juntos, nuestras vivencias, la vida que compartimos, casi como cuando alguien muere y ve por última vez toda su vida pasar frente a él, la única diferencia, es que nosotros no morimos del todo, nosotros seguiremos cargando con el peso de la melancolía y los recuerdos.
Nos encontramos en ese punto, en el que la vida nos volverá a convertir en dos extraños, aunque ahora será diferente, pues tendremos recuerdos en común.
Y es que nadie dijo que las despedidas serían fáciles, pero en ocasiones sí necesarias. Como seres humanos debemos aprender a cerrar ciclos, debemos madurar y entender que los para siempre no son como los cuentos de hadas nos han hecho creer, los para siempre se llevan en el corazón, y en forma de recuerdos.
Llegó el momento de desaprender a estar juntos. De entender que a partir de ahora, ya no estarás del otro lado de la cama, que tu sonrisa no será lo primero que veré al despertar.
Llegó el momento de dejar de contarte como mi más uno en las reuniones familiares. De explicar a mis sobrinos y tíos porque tu lugar en la mesa ha quedado vació. Llegó el momento de dejar de pensar en dos y aprender de nuevo a ser sólo uno.
Habrá ocasiones en que te sorprendas pensando en mí o en los momentos que vivimos, es normal, fuimos como ese tatuaje que quedará por siempre marcado en el corazón, que nos dejó una lección y cientos de historias para recordar.
Cuando eso pase, sonríe, recuerda con un suspiro, abrázame en tu mente y continua. No te agobies pensando en lo que pudo haber sido, mejor piensa en lo hermoso que fue y déjame ir, suéltame y sigue siendo feliz en tu nuevo comienzo, que seguramente yo estaré haciendo lo mismo a la distancia.
Sé que está despedida no tiene nada que ver con la falta de amor, pues estoy seguro que te amé y también estoy seguro que me amaste con todo tu corazón. Lo dimos todo, quizá ese fue el problema, que nos preocupamos por dar tanto, que nos quedamos sin nada, que por más que quisimos arreglar esas diferencias que nos alejaban, no pudimos, pues hay veces que lo roto no siempre se puede pegar, a veces se tiene que volver a construir, pero cada pieza por su parte.
Sé que este adiós no será nada fácil, sé que nos extrañaremos y será difícil acostumbrarnos de nueva cuenta a estar el uno sin el otro, pero amor, ya nada se puede hacer, lo hecho está hecho y nuestro tiempo juntos ha llegado a su fin.
No te sientas mal si se te escapa una lágrima por las noches, si te sorprendes pensando en mí al pasar por uno de nuestros lugares, esto será temporal, en algún momento te acostumbraras a que yo ya no estoy en tu vida, dejarás de sentir la necesidad de contarme algo especial que te haya pasado en el día. Ya no esperaras un mensaje mío por las mañanas. Simplemente, te acostumbrarás a estar sin mí.
Sígueme en mis redes:
Twitter: @davee_son
Instagram: @daveeson
Comentarios